CARNE
... pide carne.
¿Cómo resistirse a investigar qué oculta tan escasa malla?
Mis manos serán mis ojos bajo el tejido, sobre tu piel.
Mis ojos serán ávidas lenguas en tu boca entreabierta.
Mi lengua será llama nerviosa que se apacigüe en ti.
... pide carne.
¿Cómo resistirse a investigar qué oculta tan escasa malla?
Mis manos serán mis ojos bajo el tejido, sobre tu piel.
Mis ojos serán ávidas lenguas en tu boca entreabierta.
Mi lengua será llama nerviosa que se apacigüe en ti.
Miente el viento
al obviar tu sonrisa
como envidia la brisa
no alcanzar el firmamento
de tus ojos esquivos,
estrellas errantes,
lúcidas y brillantes,
sagaces y lascivos.
El fuego que siento,
lo mata sin prisa,
y yo, perra sumisa,
libero un lamento
de sexo encendido,
por sexo humillante.
Mírame arrogante
y dame mi merecido.
... “Como estás todo el día en casa, con tu levitón gris y tu larga trenza,” dijo el gato al ratón ...
Ni uno más.
Ni uno menos.
Fran vive a 30 millas de ninguna parte. Su casa no es propiamente una casa, sino más bien un diminuto apartamento. El reducido espacio está aprovechado al máximo. Y pulcro. Las dos únicas ventanas, ocultas tras unos estores que atenuaban la luz, confieren un ambiente cálido al interior de aquella única estancia. Las paredes, blancas y desnudas. Tan solo, en un pequeño marco que cuelga junto a la puerta, puede verse una antigua fotografía.
En una esquina de la habitación, un camastro envejece al mismo tiempo que los colores de la colcha que lo cubre. En el centro, una mesa para dos y, sobre ella, un cenicero de cristal ahumado. Dos sillas, con el mimbre deshilachado, flanquean los costados.
Sienes plateadas. Las manos colgado inertes. Una mirada perdida en la foto. Ausente de su casa. Ausente de sí mismo.
Y al fondo, rompiendo el silencio, un teléfono descolgado, suena a llamada cortada.
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Esta es la historia de dos hombres, vecinos del mismo pueblo, a los que les fue encomendada la misma misión. Se trataba de un trabajo laborioso y pesado, que requería de una gran dedicación y esfuerzo. Tendrían que vaciar todo el granero municipal.
Julián, era el mayor de ambos y sus canas se veían desde lejos. No era robusto, ni tampoco enclenque. Nunca alardeó de fuerza ni de inteligencia.
Ernesto era el otro. Bastante más joven que Julián, denotaba el ímpetu de la edad en sus reacciones. Parecía ser más fuerte que Julián y gustaba de oir las voces que cantaban a su inteligencia.
Ambos comenzaron el trabajo, dividiéndose los silos del granero en partes iguales, a fin de no trabajar ninguno menos que el otro. Julián fue haciendo su faena poco a poco; sin interrupciones. Mientras, Ernesto pretendía hacer valer su vigor juvenil y se avalanzó sobre el grano dispuesto a dar buena cuenta de su labor en el menor tiempo posible. Ello hacía que se detuviese a descansar cada poco tiempo, pues el trabajo era agotador.
No voy a decir quien acabó antes su trabajo. Eso que lo resuelva cada uno.
Solo diré que entre ambos había un punto que marcaba la diferencia : la paciencia.
Y esa, es patrimonio de ...
O no.
No existen los maestros.
No existe el temario.
La universidad de la blogosfera es autodidacta.
Sé y haz lo que seas y quieras hacer.
Deberes para mañana :
Copiar cien veces "Haré los vídeos que quiera, como quiera y cuando quiera"
La alludó a lebantarse, recojiendo todo el contenido del volso, que se avía desparramado por el suelo. La hagarró del vrazo i hambos se hincorporaron. Heya se compuso el pelo, halborotado i mojado, i lo miró con cara hangustiada. En sus hojos se podía leer el daño que se avía echo y, lo que dolía más haun, la sensación de bergüenza. Se sacudió la ropa en hun hintento bano de limpiarla. No le dijo nada, pero heya respondió a la hinterrogación de su mirada con hun hescueto :
"Estoy bien. Muchas gracias"
Hél hamagó una sonrisa que quedó en mueca y se quedó parado sobre la hacera, hovserbando como heya se halejava. Después, sacó la mano del su volsiyo i contempló la varra de lavios que se avía guardado.
"Hun vuen samaritano no tiene porqué saver de hortografía"
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Como dos faros que se retan en el horizonte
Unidos entre sí por sus haces.
Y atados por el mismo mar que luminan.
Dos voluntades firmes y altivas
En cada tormenta el mar los rodea
En cada calma el mar los arrulla
Nunca los perdió de vista
Ni los dejó desasirse de su mano.
Cada destello de sus luces
Hace de día el cristal opuesto
Cada ola dibuja una curva
En la frente del farero
Soy arquitecto de vuestras confidencias
Y vigía en vuestras torres
Soy maroma que amarra a puerto
La fuerza del granito y de la noche.
<!--Creative Commons License--><a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/"><img alt="Creative Commons License" border="0" src="http://creativecommons.org/images/public/somerights20.png"/></a><br/>Esta obra está bajo una <a rel="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/">licencia de Creative Commons</a>.<!--/Creative Commons License--><!-- <rdf:RDF xmlns="http://web.resource.org/cc/" xmlns:dc="http://purl.org/dc/elements/1.1/" xmlns:rdf="http://www.w3.org/1999/02/22-rdf-syntax-ns#"> <Work rdf:about=""> <license rdf:resource="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/es/" /> <dc:type rdf:resource="http://purl.org/dc/dcmitype/Text" /> </Work>
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