HISTORIA DE UN HOMBRE SIN HISTORIA
Fran vive a 30 millas de ninguna parte. Su casa no es propiamente una casa, sino más bien un diminuto apartamento. El reducido espacio está aprovechado al máximo. Y pulcro. Las dos únicas ventanas, ocultas tras unos estores que atenuaban la luz, confieren un ambiente cálido al interior de aquella única estancia. Las paredes, blancas y desnudas. Tan solo, en un pequeño marco que cuelga junto a la puerta, puede verse una antigua fotografía.
En una esquina de la habitación, un camastro envejece al mismo tiempo que los colores de la colcha que lo cubre. En el centro, una mesa para dos y, sobre ella, un cenicero de cristal ahumado. Dos sillas, con el mimbre deshilachado, flanquean los costados.
Sienes plateadas. Las manos colgado inertes. Una mirada perdida en la foto. Ausente de su casa. Ausente de sí mismo.
Y al fondo, rompiendo el silencio, un teléfono descolgado, suena a llamada cortada.
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2 comentarios
liver por supuesto -
Y hoy...ni beso ni ná...
aunque bien mirado...quizás mejor así...jeje
Tesa -
Besos