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EL ANILLO

DES-ENCUENTROS

DES-ENCUENTROS

Sus ojos se clavaron en la corbata y sus manos se fueron a por ella. Aflojó ligeramente el nudo y tirando de ella lo besó con furor. Apenas había entrado en el ascensor y la temperatura ya estaba fuera de control. Cuando llegaron a la planta siete, el ascensor se detuvo. Sin despegar los labios de su boca, él la arrastró fuera y la cogió en volandas, llevándola hasta la puerta.

706.

Intrujo la tarjeta en el lector, sonó un clack, y la puerta cedió tras la espalda de ella. Entraron en la habitación y un pie cerró la puerta.

Me quedé inmovil durante un buen rato frente a aquella puerta cerrada, como esperando algo. Al cabo de un rato desperté de aquel letargo y comprendí que la puerta estaba cerrada. Cerrada para mi. Cerrada para siempre.

Y fui yo quien cerré la puerta.

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5 comentarios

Marie -

Vaya, me has tirado de las orejas. Tu corto e impactante relato me ha recordado el tiempo que hace que no escribo mis fantasías...
Besos, Marie.

Ady Blue -

Wraro, wraro, como yo pispa :P

Pues si hay que cerrar se cierra, y punto, jeje.

A cuidarse :)

@ -

¡Vaya sorpresa más agradable!
¿Qué es de tu vida? Hacía siglos que no sabía nada de ti (nótese el provecho del cursillo de andaluz exagerado).
Con respecto a la puerta ... la cosa es que debía de haber corriente, porque se cerró de un portazo. Pero esto que lees no ha ocurrido nunca. Es pura ficción. Jeje.

Un abrazo, Ady (nombre wraro donde los haya)

Ady Blue -

Hola Juan. Veo que has abierto el garito.
Así que cerrando puertas... Es que tarde o temprano siempre tenemos que cerrar alguna ;)

Un besito