GRISES
Aventadas en un remolino.
Sueltas pero encerradas,
quedan brasas quemadas
de esas noches sin destino.
En la cara, un gesto mohíno,
las facciones laceradas,
el alma desencajada
y el carácter cetrino.
La voz no encuentra el camino
y las palabras quedan colgadas
de paredes encaladas
y escritas en blanco albino.
Ni calla la pluma el trino,
ni cesan de sonar baladas,
que enlosan calles lavadas
de pasos con tacón fino.
Ya no miro lo divino.
Lo mundano viste trabas
y se resienten las aldabas
de clamarte ... amor ladino.
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